Anhelamos ser profesionales exitosos pero encontramos barreras. Una parte de nosotros quiere volar mientras otra tira para mantenernos en la orilla de lo familiar. ¿De qué manera limitamos y retrasamos nuestro despegue profesional mediante el autosabotaje?
La célebre escritora y activista estadounidense Marianne Williamson escribió uno de los poemas más difundidos en los últimos tiempos: «Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos sin medida. Es nuestra luz, no nuestra oscuridad, lo que más nos asusta. Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, magnífico, talentoso y fabuloso?» En estos versos iniciales, el autor de bestsellers de espiritualidad capta la esencia del Complejo de Jonás, un fenómeno acuñado por el psicólogo humanista Abraham Maslow, vinculado al miedo al éxito. El personaje bíblico Jonás tiene la tarea de ser profeta en otra tierra, duda de su capacidad y huye. De manera similar, las personas se resisten a las oportunidades de crecimiento y, al hacerlo, pueden autosabotear sus propias carreras. Esto es particularmente cierto con las mujeres.
¿Por qué nos cuesta tanto jugar a lo grande?
Según diversos estudios, los factores que más limitan nuestra expansión son la baja autoestima, la falta de confianza en uno mismo y las expectativas de la sociedad; un complejo conjunto de aspectos individuales, sociales y culturales. Desde una perspectiva de género, este fenómeno afecta más a las mujeres que a los hombres. Un estudio publicado en el Indian Journal of Health and Wellbeing en 2018 comparó variables en directivos de empresas multinacionales y observó que las mujeres declaran tener una autoestima más baja y más miedo al éxito que los hombres, así como un mayor miedo al fracaso (Alessa, A, 2019).
Estos comportamientos tienen efectos significativos sobre las decisiones profesionales y el bienestar. Por ejemplo, el síndrome del impostor (sentirse incompetente a pesar de los logros) es más frecuente en las mujeres. Sentirse inadecuado para el reto nos lleva a trabajar en exceso y puede desembocar en estados de agotamiento generalizado, conocidos como burnout. Creernos impostores afecta incluso a nuestra voluntad de intentar alcanzar posiciones de poder, ya sea solicitando un puesto directivo, buscando una beca importante o poniendo en marcha nuestro proyecto. Según una publicación en el International Entrepreneurship and Management Journal en 2013, el miedo al fracaso y una autopercepción distorsionada de las capacidades disminuyen la probabilidad de que una mujer intente emprender.
Desde una perspectiva sociohistórica, desde el siglo XX, a medida que más y más mujeres se han ido incorporando a la esfera pública desde el ámbito privado, hemos tenido que demostrar que somos tan capaces como los hombres para asumir estas tareas. Estudiamos, sacamos buenas notas y moldeamos nuestra personalidad para encajar en estos nuevos entornos y ser aceptados. Aún hoy pesan sobre nuestros hombros ciertos estereotipos de género, como la etiqueta de «niña buena»: expectativas que nos invitan a ser sumisas, modestas, responsables y conciliadoras, dispuestas a sacrificar los deseos individuales por las relaciones. En Argentina, es habitual oír el término «chicas» para referirse a un grupo de mujeres. Esta forma de nombrar, además de hacer referencia al género, también sugiere un tamaño que, casualmente, es pequeño. En conclusión, jugar a lo grande para las mujeres es una proeza contracultural.
Ocho mentalidades de autosabotaje
La lengua sirve de faro para identificar las barreras que nos impiden alcanzar la grandeza profesional. He aquí algunos pensamientos o mentalidades comunes que indican que podrías estar autosaboteando tu carrera.
1) «Necesito más formación antes de dar el salto»
A menudo, creemos que más estudios aliviarán las inseguridades o infundirán confianza. Sin embargo, esto puede ser una forma de procrastinación, que retrasa el deseado paso adelante. Invertir en más educación empuja la difícil decisión hacia un futuro lejano. «Compramos» tiempo.
2) «¿Por qué desafiarme a mí mismo? Estoy perfectamente bien»
Sin duda necesitamos estabilidad, seguridad y calma. Pero, ¿es lo único que necesitamos? No. Scott Barry Kaufman, psicólogo humanista que reinterpreta la obra de Maslow, señala que los seres humanos también tenemos necesidades de crecimiento. Desde su punto de vista, vivir es una invitación a ser todo lo que somos capaces de ser (y nada menos que eso); lo que a menudo significa embarcarse en retos que perturban nuestra comodidad.
3) «Sólo quiero que todo fluya, sin esfuerzo»
Hoy en día, el concepto de «flujo» está de moda. A menudo nos guiamos por la fantasía de que podemos tener éxito (sea lo que sea que el éxito signifique para nosotros), simplemente rindiéndonos y fluyendo sin esfuerzo. Naturalmente, nos decepcionamos. La realidad nos muestra que el flujo es sólo una cara del prisma de la vida. Los logros reales exigen un equilibrio entre el esfuerzo intencionado y el dejarse llevar.
4) «Lo he decidido. Este año me convertiré en una autoridad mundial en la materia»
Fijarse objetivos demasiado ambiciosos puede llevar a menudo a la decepción, exacerbando aún más las dudas sobre uno mismo cuando resultan inalcanzables. Por ejemplo, pensemos en alguien que aspira a ser pintor y coge el pincel por primera vez. Aspirar a alcanzar el reconocimiento mundial en el mismo año puede parecer excesivo. Perseguir metas de tal magnitud puede ser contraproducente, ya que el paso del tiempo sin conseguirlas sólo refuerza la voz interior de la duda: «Ves, no sirvo para esto.»
5) «¿A esta edad? Ya llego tarde»
En el libro «Una Gloriosa Libertad«, Lisa Congdon comparte historias de mujeres de más de 40 años que desafiaron las normas sociales, abrazando caminos poco convencionales con notable valentía. Una de ellas es Zoe Ghahremani, una dentista que, a los 50 años, abandonó dos décadas de práctica odontológica para dedicarse a escribir ficción con notable éxito. Durante sus charlas, Ghahremani desafía a su audiencia con una pregunta que invita a la reflexión: «¿Cuántos años tendrías si no supieras tu edad?»
6) «Antes de desvelarlo, necesito seguir perfeccionándolo.»
El perfeccionismo, en su máxima expresión, nos impulsa hacia la excelencia, garantizando el máximo rendimiento y alta calidad. Sin embargo, cuando se lleva al extremo, puede hacernos creer que nuestro proyecto actual nunca alcanzará la meta. Consumidos por la inseguridad y el miedo, nos encontramos atrapados en un ciclo de refinamiento sin fin, esforzándonos por alcanzar un listón inalcanzable, un listón demasiado alto. Esto puede llevarnos al autosabotaje profesional al no dar nunca el salto.
7) «Me siento como un fraude. Nunca he hecho exactamente eso.»
«Carezco de los años de experiencia necesarios para el puesto. No tengo formación específica. Mis conocimientos sobre el tema no son suficientes. No estoy especializado en esa área. ¿Y si empiezo y se dan cuenta de que no sé?». Según la psicóloga estadounidense Tara Brach, el síndrome del impostor está relacionado con el miedo al fracaso. Arraigada en el cerebro reptiliano, nuestra región más primitiva, nos impulsa a evitar el dolor, el rechazo y decepcionar a los demás.
8) «No tengo las mismas facilidades para conseguirlo que esa persona.»
El ser humano aprende observando y suele compararse con los demás para adaptarse y crecer. Sin embargo, esta comparación constante a veces puede dañar nuestra delicada autoestima, haciéndonos creer que las condiciones no son adecuadas para que intentemos algo. Alternativamente, podemos ver a las personas de éxito como fuentes de inspiración, como faros que nos guían y nos impulsan en nuestro propio viaje. Aunque algunos tengan más recursos o ventajas que nosotros, y viceversa, es probable que poseamos numerosos privilegios en comparación con los demás.
Nuestra conciencia se despliega como los intrincados pliegues del origami, revelándose pieza a pieza. Reconocer y superar estas barreras que conducen al autosabotaje exige tiempo y, lo que es más importante, acción. «Nunca sabemos lo altos que estamos hasta que se nos llama a elevarnos,» como dijo elocuentemente la poetisa estadounidense Emily Dickinson. La vida nos llama a levantarnos. ¿Qué significa para ti estar de pie? ¿Qué permiso te gustaría concederte en tu trayectoria profesional? ¿Cómo puedes llevar la antorcha a las generaciones futuras? Nuestra misión es abandonar la ocultación, salir del microcosmos que hemos construido bajo la apariencia de control y abrazar las facetas deliciosas (y a veces desalentadoras) del crecimiento. La perspectiva de llevar una vida más auténtica, expresiva, satisfactoria e impactante nos espera, lista para que demos los primeros pasos. ¿Estás preparado para tu expansión?
¿Reconoces alguna de estas mentalidades de autosabotaje en ti? Shiftbalance se dedica a cambiar el equilibrio en todos los ámbitos. Echa un vistazo a nuestro Coaching de Liderazgo en particular si estás buscando dar el siguiente paso en tu carrera.
Sobre el autor:
Maite Moreno Ugartemendia, mentora argentina con un enfoque basado en los derechos humanos, se especializa en guiar a las personas a través de crisis de identidad profesional. Utiliza herramientas inspiradas en la naturaleza para ayudarles a clarificar sus trayectorias profesionales.
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