Trabajar por los derechos LGBTQIA+ en los países de habla árabe no es ni ha sido fácil. Aunque en la mayoría de ellos la legislación es muy clara sobre la penalización de la homosexualidad y la transexualidad, cada país aborda la cuestión de forma diferente. Incluso en aquellos en los que las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo o el travestismo no están prohibidos explícitamente, las leyes generales sobre moralidad se utilizan a menudo para perseguir a las personas LGBTQIA+. La pena por mantener relaciones sexuales consentidas entre dos adultos del mismo sexo difiere de un país a otro, llegando incluso a la pena de muerte en Yemen, Mauritania, Arabia Saudí y Somalia. Además, e incluso en ausencia de tales leyes, las restricciones a la libertad de expresión y asociación de las personas LGBTQIA+ son tristemente la norma en muchos países.
En los países que tienen legislaciones explícitas contra las personas LGBTQIA+, es raro que se utilice el término «Mithlia» «مثلية» (traducción exacta de la palabra «homosexualidad»). Algunos de los países de habla árabe utilizan el término perversión para referirse a la homosexualidad, mientras que otros recurren a los términos «Liwat لواط y Suhaq سحاق «, que son en esencia algunos términos despectivos para dirigirse a los hombres homosexuales y a las mujeres lesbianas adoptados de los libros religiosos.
Gestionar el contexto
Sin embargo, hay que navegar por este complejo enigma y encontrar algunos trucos para concienciar sobre el asunto, para lo cual es muy importante conocer el contexto. Para ello, y aunque en la mayoría de los países de habla árabe no está permitido trabajar sobre los derechos LGBTQIA+, aún podemos encontrar algunas organizaciones clave que trabajan públicamente sobre estos temas, como algunas en Líbano y Túnez, y otros actores clave que trabajan en la clandestinidad en muchos otros países donde el espacio es más limitado. Por lo tanto, mientras trabajaba en la diversidad y la inclusión siempre me aseguraba de colaborar con las organizaciones locales antes de empezar cualquier tipo de trabajo. Es muy importante entender el contexto, y ¿quién lo haría mejor de los que han estado trabajando en el tema?
Recuerda: ¡La seguridad es lo primero!
Mientras trabajaba con distintas organizaciones de países de habla árabe en la concienciación sobre cuestiones LGBTQIA+, siempre tenía que repetirme a mí misma «séprudente». La injerencia del Estado en la región está muy presente. No te sorprendas si estás impartiendo una formación y alguien está escuchando detrás de las paredes. Sí, no es una broma, me pasó a mí y nos pasa a muchos.
Así pues, ¿qué hacer en este caso? «Prepárate». Por ejemplo, nunca menciono ninguna palabra relacionada con LGBTQIA+ en mis programas de formación ni en mis invitaciones. En cambio, tiendo a «ser más general» en cuanto a los términos que utilizo (por ejemplo, salud reproductiva o personal en lugar de salud sexual, derechos de las minorías en lugar de derechos LGBTQIA+…). Durante mis sesiones, siempre llevo el debate a una idea principal: necesitamos proporcionar servicios y equidad a todo el mundo, independientemente de su identidad (para que no parezca que estoy promoviendo los derechos LGBTQIA+ per se).
No recuerdo cuántas veces he oído decir que la homosexualidad es una importación occidental -y estoy seguro de que cualquiera que se forme en cuestiones LGBTQIA+ en países de habla árabe también lo ha presenciado-. ¿Qué podemos hacer en estas situaciones? Siempre tuve «hechos preparados en el bolsillo». Por ejemplo, tener conocimientos sobre la presencia de la homosexualidad en la literatura árabe, que se conoce en las obras de Abou Nawas y Bashar Bin Burd, entre otros. También podemos reforzar estas ideas mencionando la fecha en que la homosexualidad dejó de ser considerada un trastorno por la Organización Mundial de la Salud, si alguien del público aporta esa asociación de ideas.
No te dejes llevar por suposiciones y sé consciente de tus propios prejuicios
A lo largo de mi experiencia, la principal lección aprendida al trabajar en diversidad e inclusión es: «No te dejes llevar por suposiciones y sé consciente de tus propios prejuicios». Todos venimos con un bagaje sociocultural y, como formador, «No estoy aquí para cambiar tus creencias». Tener estas premisas en mente siempre ayuda a crear una sensación de espacio seguro en la sala y a mantener un debate fluido sobre un tema que sigue creando muchas resistencias. Más concretamente, la gente suele apoyarse en la religión para defender sus opiniones, por lo que es muy importante que no demos nuestra opinión sobre ninguna religión ni intentemos exponer nuestras propias interpretaciones. Las personas son libres de creer en la religión que quieran, pero tampoco pueden imponer sus creencias a los demás. En estas situaciones, tenemos que recordar a la gente que trabajar en una organización de derechos humanos nos obliga a tratar a todos por igual, independientemente de su origen, volviendo a lo básico: Artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que dice: «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos».
En resumen, y aunque el cambio lleva mucho tiempo (incluso generaciones), es fascinante y gratificante formar parte de cualquier acción y movimiento hacia la justicia, la equidad y, en contextos específicos como los países de habla árabe, en última instancia, salvar vidas.
El autor: Mahdy Charafeddin
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